viernes, 14 de octubre de 2011

Borges y el dibujo. Un cuento de Humberto Dib, desde Argentina


Decía que Borges lo visitaba en sueños.

Sí, que el escritor Jorge Luis Borges iba a buscarlo a su departamento para llevarlo hasta una vieja casona del barrio de Palermo, allí le mostraba un dibujo y le insistía para que se lo llevara. Todos lo escuchábamos asombrados, no por la idea de que Borges lo visitara en sueños, sino porque éste quisiera regalarle una ilustración. Contaba que el maestro era muy amable con él, que siempre le daba unas palmaditas en la espalda y que le sonreía con afecto, pero que no cejaba en el intento de convencerlo de que se llevase aquel dibujo. Este amigo decía que en él se veía una figura femenina con cabeza de cabra. Luego nos confesó que esa figura femenina era una representación alegórica de la primera esposa de Borges -Elsa Astete Millán- que había realizado una artista de Barcelona. Ninguno de los que estábamos allí sabía que hubiera tenido otra mujer que no fuera la -para muchos- controvertida María Kodama… Y menos que aquella predecesora se pareciera a una cabra.

Hasta ese momento, lo suyo no pasaba de ser un sueño recurrente algo extraño, pero un día este amigo se apareció con el dibujo. Finalmente se lo había aceptado, pero no permitía que lo tocásemos. Según él, tenía que colocarlo exactamente en ese punto que contiene todos los puntos del universo, lugar situado en el sótano de una antigua casa de San Telmo, ahora convertida en un bistró. Si lo lograba -decía-, Jorge Luis Borges volvería a la vida.

Este amigo cumplió con el rito al pie de la letra.

Algunos dicen que Borges alcanzó la única inmortalidad posible: la simbólica; sin embargo, muchos otros aseguran que en estos días lo han visto caminar por los pasillos de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Nuestro colega nunca más pudo hablar.

http://humbertodib.blogspot.com